NACIONALES
DIOS NO TIENE TIEMPO PARA CUIDAR NIÑOS . . . NI SIQUIERA LE IMPORTA ( UNA LECTURA DE CONCIENCIA )
Por profesor José Kio Cruz
Dios creó al hombre y también a la mujer creó; crezcan y multiplíquense, les dijo, y los hizo a su propia semejanza, dio al hombre y a la mujer el don de la procreación y así ha sido desde el principio y lo seguirá siendo hasta el final de los días. Entonces, Dios repartió responsabilidades después de un “desliz” de la mujer, “trabajarán y se mantendrán con el sudor de su frente”, y jamás les dijo que les iba a ayudar a cuidar a los hijos de ambos. Y ya conocemos lo que pasó con Caín y Abel.
Lo que sucede hoy en la República Dominicana y en otras partes del mundo no es nada nuevo, es una cadena continuada de la irresponsabilidad y deterioro moral que siempre ha amenazado con hacer sucumbir a todos los hogares, sin excepción. No sé por qué, pero los hogares humildes son los más vulnerables, los que deben poner su “barba en remojo”, son los que se dejan manipular más fácilmente por estos RÉPROBOS ANTISOCIALES a los que les permiten penetrar con sus “adefésicas” música y letras en sus hogares.
El mundo evoluciona, la famosa “globalización” ha dado cabida a hechos que han relegado a un segundo o tercer plano a la decencia, a la ética, a la moral y a la decadencia social. Los niños no son niños, las niñas no son niñas y los llamados hogares han sucumbido ante la boba e indiferente mirada de los padres y madres de familia y la desatención gubernamental, por supuesto.
Los profesores ya no son profesores y sus aspiraciones de convertirse en maestros, se les ha ido de la mano, la institución de preservar un sistema educativo estable se los ha robado. La escuela ya no es escuela, les han arrancado esa categoría, y a los profesores los han desautorizado ante sus propios estudiantes.
Introduzco de esta manera las acciones que, a través de unos tipos sin estudios, ni siquiera primarios, mucho menos secundarios, han estado carcomiendo la vivencia sana de niños, adolescentes, jóvenes y, hasta adultos, viejos y viejas verdes. “Eso e’ lo que ‘ta, no te quedes en el pasado y vive el presente”, dice todo el que promociona estas aberraciones sociales a través de un canto fuera de contexto.
Muchas madres mandan a sus pequeñas a las diez de la noche a comprar “café y azúcar” mientras se quedan sobajándose con el “chulo de turno”, y mientras todo eso sucede, a la niña la están violando en el callejoncito y el violador pensando en cómo se deshará de la pobre niñita, porque si la deja viva, ésta lo denunciará. Otras les dan cerveza para que se duerman temprano, se van “por ahí” y las dejan solas y se queman viva con una vela prendida.
Al otro día, lloros desconsolados porque “violaron y mataron a mi hijta”, o porque se quemaron en el incendio tres pequeñitos mientras dormían, entonces a emprenderla en contra del gobierno porque “no hay seguridad para nadie en este país”, esa es la expresión colectiva después de los hechos. Aún así, poco tiempo después todo el mundo se olvida hasta que ocurre de nuevo.
Lamentablemente, muchas madres abrigan “esperanzas pecuniarias” con sus infantes y, desde los nueve, o antes, empiezan a vestirlas con ropas de aspirantes a meretrices ( quizá la palabra meretriz se vea “fina”, pero no es mas que un sinónimo de prostituta ). Minifaldas, barriguita afuera y un “mira que chulita se ve mi hijita”, a veces sin percibir que la llevan al matadero.
Educación hogareña, sí señor! Es lo que hace falta. A la escuela usted va a formarse intelectualmente, con aquello de que “Colón descubrió a América, que dos por dos son cuatro, que antes de P y B se escribe con M y que el pico Duarte es el más alto de Las Antillas”. No obstante, hay tres estándares de educación que pueden, pero escasas veces cumplen con su rol educacional, que son la misma escuela, la propia iglesia y, el más importante, el hogar. Pueden hacer un trabajo relativo, también, las personas particulares, los grupos, el deporte y los clubes, aunque estos últimos son casi ya inexistentes.
RECORDAD, PUES, Dios no tiene tiempo para cuidar niños, ni siquiera le interesa, ÉL delegó esa función a sus progenitores. ¡EA, PUES, MANOS A LA OBRA, A TRABAJAR!