POLÍTICA
El fantasma de Trujillo y su vigencia en la política dominicana actual
Por Sixto Leandro Gabin García
El 30 de mayo del año 1961, a las 9:45 de la noche en el kilómetro nueve de la carretera de Santo Domingo a San Cristóbal, fue ajusticiado el dictador que por más de 30 años, ejecutó un régimen de terror, represión y corrupción en la sociedad dominicana. Este día es un recordatorio de que no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que no resista. El pueblo dominicano, durante la dictadura del Sátrapa Rafael Leónidas Trujillo, no tenía libertad, la democracia estaba muerta y el servicio de inteligencia militar siempre acechaba hasta la más mínima muestra de oposición al oprobioso régimen.
Al ser asesinado Trujillo, desapareció físicamente el símbolo de sus ideales, sin embargo, el trujillismo no desapareció. Hoy en día, se mantiene creciendo una corriente de intelectuales y politiqueros tradicionales, que son partidarios del trujillismo y defienden su funesta figura.
Estos símbolos de las ideas más retrógradas de la politiquería barata, han logrado manipular a la población, haciendo que haya un sentimiento de simpatía por los ideales trujillistas. Estas personas, se agrupan en diversas organizaciones políticas, como son el propio Partido Revolucionario Dominicano (PRM), que evidencia en su forma de gobernar un compromiso con la clase alta de la sociedad y el Partido Esperanza Democrática. Esta última organización la dirige un descendiente directo de Trujillo, el señor Ramfis Domínguez Trujillo, quien fuera candidato presidencial en las elecciones del 2020 y que en la última contienda electoral tuvo como candidato a Roque Espaillat, mejor conocido con el sobrenombre de “El cobrador”. Este último, es un verdadero ultraderechista, que en su discurso manifiesta ideas fundamentalistas, atrasadas, reaccionarias y ultraconservadoras.
Así mismo, se encuentra el partido Fuerza Nacional Progresista, de Vincho Castillo, quien fue parte del grupo de los paleros, una banda de represión trujillista y es un defensor de esta corriente.
Todo esto demuestra que el fantasma de Trujillo, sigue dominando el accionar de la politiquería tradicional de la República Dominicana. En ese sentido, es preocupante ver como una parte importante de la población se ha dejado convencer de las supuestas “ventajas” que significaría volver a Trujillo, sabiéndose que son una gran mentira construida por los sectores conservadores y por la oligarquía dominicana, para perpetuar los peores ideales posibles en el ejercicio de gobernar la nación y con el apoyo ignorante e inconsciente del pueblo.
Finalmente, hacemos un llamado a la sociedad dominicana, a propósito de conmemorarse el 63 aniversario del ajusticiamiento de Trujillo, a no soñar con volver a tener un gobierno como con su mismo estilo y en ese sentido, a no demostrar apoyo a estas figuras del conservadurismo, que solo buscan tratar el estado dominicano como un botín personal y convertir al país en una finca particular para enriquecerse junto a sus familiares y canchanchanes.