OPINIÓN
La humildad versus la prepotencia en el ejercicio del poder
La humildad y la empatía, son valores fundamentales alpara quienes ejercen el poder
Por Lincoln Minaya
El jueves pasado, mientras visitaba mi parada favorita de la autopista Duarte, Turey, lugar familiar donde convergen viajeros de diversas clases sociales, fui testigo de dos actitudes contrastantes: la prepotencia de algunos y la sencillez de otros.
Tan pronto entré a Turey, llamó mi atención la actitud de unos jóvenes que, acompañados por un militar vestido de civil, se desplazaban con aire de autoridad. Su actitud de superioridad y excesiva seguridad proyectaba una imagen que contrastaba con la sencillez del entorno, visitado especialmente por la clase media. Parecían reflejar la influencia de algún funcionario de alto rango, transmitiendo una actitud que en lugar de respeto, generaba incomodidad y distanciamiento entre los presentes. Esto resalta un problema recurrente en la esfera pública dominicana, donde algunos allegados a figuras de poder adoptan actitudes de prepotencia, olvidando que la verdadera esencia del servicio público es la cercanía y el respeto.
Estas actitudes, a menudo replicadas funcionarios, familiares o amigos de ciertos funcionarios, ensanchan la brecha entre los servidores públicos y la ciudadanía. En un momento en que el país enfrenta desafíos significativos, en el ámbito de políticas públicas, la arrogancia y ostentación de algunos servidores públicos resultan particularmente desalentadoras. La función pública no debe ser una excusa para alimentar el ego; al contrario, debería recordarnos la importancia de la empatía y el compromiso con el bienestar de todos.
Poco después, el doctor Mario Lama, director del Servicio Nacional de Salud, llegó a la misma parada junto a un joven que por la cercanía parecía su hijo. Su actitud contrastaba con la del grupo anterior. Con sencillez y una disposición amigable, el doctor Lama se mostró cercano y accesible. Este tipo de comportamiento refleja una verdadera vocación de servicio y un compromiso genuino con la ciudadanía, cualidades esenciales en quienes ocupan posiciones de responsabilidad.
En una breve conversación con él, percibí una humildad auténtica, esa que debería caracterizar a todos aquellos que sirven al público. A pesar de su apretada agenda, el doctor Lama se tomó el tiempo para escuchar y conversar, mostrando un interés genuino en los asuntos de los demás. Este tipo de interacción nos recuerda que el poder puede ejercerse desde una postura de respeto y empatía, sin necesidad de imponer una imagen de superioridad.
La experiencia vivida en la parada Turey fue un recordatorio de que existen funcionarios públicos, como el doctor Lama, que comprenden la importancia de mantenerse cercanos a la ciudadanía. Pensar en figuras como Rafael Santos Badía, Guido Gómez Mazara y Faride Raful, Kelvin Cruz, Victor D’Aza quienes también proyectan esta vocación de servicio, nos inspira a creer en el potencial del servicio público como un motor de cambio y desarrollo.
El servicio público implica una gran responsabilidad y demanda respeto hacia quienes se benefician de los servicios del Estado. Las actitudes de superioridad y prepotencia que algunos adoptan no solo afectan la percepción pública, sino que alejan aún más a los ciudadanos de sus representantes. Cuando estos malos ejemplos se vuelven visibles, se fortalece una imagen negativa de la función pública, lo cual es perjudicial en un momento en que el país requiere liderazgos comprometidos con el bienestar de todos.
En una época en que la República Dominicana enfrenta grandes retos sociales y económicos, es imperativo que quienes están en posiciones de poder comprendan que su rol no debe ser utilizado para destacar de manera personal, sino para contribuir al bienestar colectivo. La humildad en el ejercicio del poder permite entender que cada posición es pasajera y que el verdadero valor de la función pública radica en el impacto positivo que deja en la vida de las personas.
Para construir una República Dominicana más justa, necesitamos funcionarios que no se desvinculen de la realidad de la ciudadanía. Porque el verdadero poder reside no en la ostentación, sino en la disposición de servir a los demás.
Foto de portada: Dr. Mario Lama, director del Servicio Nacional de Salud (Foto fuente externa).