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Lecciones que aprender de una crisis de reputación como la de Samsung
«Le podría haber pasado a cualquiera», apunta en uno de los muchos análisis de los medios estadounidenses una experta en el mercado tecnológico. «El ritmo de invención ha sido muy, muy rápido, más rápido que en otras plataformas», añadía sobre la dinámica de lanzamiento de nuevos smartphones, para explicar por qué había mucho margen para el riesgo. Pero, aunque cualquiera podría haber vivido este escándalo, esta vez le ha tocado a Samsung: la compañía está protagonizando el drama del mes, desde que se ha descubierto que su último smartphone, el que funciona como terminal bandera, explota durante su uso.
La compañía ha tenido que enfrentarse así a una de las pesadillas de las marcas, con un terminal de primer nivel (que se esperaba que fuese un porcentaje súper importante de las ventas del año en smartphones) convirtiéndose en un fiasco de proporciones épica y con la imagen de la marca siendo vapuleada en medios y redes sociales. La firma ya ha perdido miles de millones de valor en bolsa y posiblemente perderá miles de millones en el trimestre por culpa de la crisis de los smartphones explosivos. Es muy probable que la culpa, en esencia, no sea de ellos (se cree que la culpa está en uno de sus proveedores, que ha entregado baterías defectuosas) pero ellos serán los que paguen el pato.
De lo que han hecho se puede extraer, además, no solo una historia dramática sobre el mundo de la tecnología sino también una serie de lecciones que aprender sobre lo que no debe hacerse en gestión de crisis.
Fuente: Puro Marketing