CULTURA
¿Qué significa el compromiso de un escritor, literato o filósofo para con su tiempo?
Olga Capellan
A propósito de J.P. Sartre en su 118 cumpleaños
Héctor Miolán
Compromiso no encierra solo una palabra, o una categoría política o moral, sino todo lo anterior, y más allá de la misma palabra.
En una conversación en forma de entrevista que sostuve con el escritor y poeta boricua, Clemente Soto Vélez en 1983, le formulé la pregunta en boga sobre el compromiso del que hablaba Sartre.
En resumen de memoria éste me decía: que el primer compromiso que tenía el escritor era con la palabra y el lenguaje. Confieso ésta respuesta me remeneó la conciencia y comencé a hurgar más al respecto, llegando a la conclusión de que esta respuesta a lo sartreano venía acompañada de la práctica política e intelectual del entrevistado escritor, Clemente Soto Vélez.
Sartre dio cátedra del compromiso literario más allá de la simple palabrería, a la vez que cultivaba la escritura sin estridencias, con la finura de un escultor, con el pulimento constante de una pieza de barro, o con el pincel para darle autenticidad a una porcelana, saltando dialécticamente a la más allá de una fina artesanía.
Con Sartre se puede diferir de su filosofía del humanismo existencialista, o con su ontología del ser y la verdad (en mi caso particular, que siempre he estudiado a Sartre desde mi visión marxista, por lo cual he diferido de él).
Sartre en su filosofía y literatura, las cuales reflejaban sus posiciones existencialistas en lo político y lo moral, hasta cierto punto en su práctica intelectual se reflejaban posiciones holística, abstracta, pero que, al final se concretizaban políticamente tomando partido por los oprimidos del mundo, sobre todo por los países colonizados y neocolonizados del tercer mundo, en particular por Cuba y Argelia.
Ésta última neocolonia francesa, la defendió con gallardía en práctica y teoría. Sufrió atentado a su apartamento por parte de una organización derechista y pro colonial.
Se inscribe en esa línea de compromiso, tal fue el enorme prólogo que le realizara a: «Los condenados la tierra» de Franz Fanon.
Les invito a leer dicho prólogo, para que se tenga un mejor entendimiento de la obra política y cultural de Sartre; unido a esto, su lucha en las calles de París, al igual que su gran labor en el tribunal Russel a favor de los sedientos de derechos humanos.
Soy de la firme convicción, de que: el intelectual no debe vivir de anhelos, de deseos, sino de compromisos con la clase que representa o defiende, en este caso de la clase oprimida de la República Dominicana, dispersa la misma en sectores obreros, campesino, clase media, etc.
Estos sectores necesitan de compromisos reales, no quimérico o supuesto apoliticismo (posición ingenua, que en su desesperación asumen consciente e inconscientemente individuos o sectores sociales), lo cuales despiertan de un largo sueño trágico desde la imaginación de un lecho de rosas a la realidad de una cama de piedras filosas.
Sartre desde su posición moral estuvo siempre al lado del compromiso literario político cubierto de una coraza poco común: rechaza el premio Nobel del 1964, por entender que iba en contra de sus principios morales, por eso se reconocía como un enfant terrible de la burguesía, un intelectual que surgió de las entrañas de la burguesía y de no cualquier burguesía, sino de aquella se alimentó de la hipocresía y el lema discursivo:
«Libertad, igualdad y fraternidad», palabras estas que han perdido todo el sentido práctico.
Creo Sartre, quiso darle el verdadero sentido al tan cacareado lema, no sólo en el espacio Francés, Europeo, sino mundialmente.