NACIONALES
La música urbana y su relación con los antivalores
POR RAFAEL SANTOS
Dedicado a Daddy Yankee, uno de los pocos exponentes del genero que ha mostrado respeto a la colectividad.
En los últimos años el país ha estado siendo azota por una de las más terribles pandemias que términos auricular ha lacerado los nobles sentimientos de una sociedad, la cual ansiosa desea, que si es verdad que esto es una moda, la misma pase rápido. Es el género de la música urbana.
Sin embargo, de entrada deseo externar que dentro del género en cuestión hay exponentes que a mi modo de ver, por lo menos respetan un poco la decencia de algunos de los receptores que de vez en cuando nos arriesgamos a torcer nuestro rumbo musical para tentado por el contagioso ritmo (porque se debe reconocer que el mismo es contagioso), nos atrevemos a escucharlo.
Ahora bien, en su gran mayoría, los llamados “artistas” que vociferan letras altisonantes y sobrecargadas de violencia, morbo, sexualidad, irrespeto, malas palabras, en fin, todo un rosario de indecencia que más que todo están contribuyendo al desenfreno y al desequilibrio psico-emocional de una sociedad, mayormente la juventud, lo que a su vez, nos está colocando en el perfecto carril del descontrol de nuestros muchachos y muchachas.
Estos (es decir, los que vociferan estas palabrerías), desde su extravagantes vestimentas, el grosero modo de hablar al público que lo sigue en los espectáculos, hasta las letras de las llamadas canciones que graban, van dejando un amargo sabor en la psiquis de la colectividad, lo que nos dice a un importante segmento de la población, de que necesariamente las autoridades encargadas del tema en cuestion deben de hacer algo, pero ya.
Es tal la falta de respeto, de manera especial hacia las mujeres, las cuales se convierten a través de muchas de sus letras en la perfecta carnada para desmeritar un género que como el femenino, fue creado “como vaso frágil” (1 Pedro: 3:7) que el hombre debe cuidar y proteger, que las mismas nos llenan de espantos.
Definitivamente se debe hacer algo. Propongo que las autoridades y mediante un estudio pormenorizado y atendiendo a los que son los reclamos de aquellos pocos que por estos medios nos atrevemos a emitir nuestras opiniones, aun corriendo el riesgo de ser duramente atacado por quienes patrocinan o son protagonistas de estos tipos de situaciones, para que a los mismos se les instruya sobre lo que es la verdadera apreciación musical.
Pues, de acogerse nuestra propuesta, por lo menos, esos muchachos y muchachas que se dedican a llamarse artistas, lo sean en verdad y encaucen las letras de los futuros temas por un mejor sendero, el cual además del contagioso ritmo que posee, también, nos inyecten positividad a través de mensajes esperanzadores, o de lo contrario, repetimos, estamos cada vez más profundizando el hoyo moral desde donde no saldremos a menos que dentro de unos cuantos años luces suceda una verdadera revolución musical que saquen todos esos malos mensajes del espectro.