OPINIÓN
Reflexión a propósito de la muerte de Ramón Antonio Álvarez (La Garza)

Por Juan Antonio Hidalgo
El pasado jueves falleció de manera natural, en el municipio de Tenares, Ramón Antonio Álvarez (La Garza), un ciudadano muy querido, trabajador, honrado, amistoso y muy popular. Era un personaje pintoresco de este pueblo. Lo conocía desde su adolescencia; cultivé con él una relación buena siempre. Siento mucho su muerte, realmente me apena; yo lo quería y respetaba mucho, él también a mi.
Su fallecimiento ha generado muchas publicaciones y comentarios de condolencias en las redes sociales, tal vez mucho más, que si el fallecido hubiese sido una reconocida autoridad, un gran líder o una encumbrada personalidad del municipio.
Esto nos indica que, no estamos solos, que hay una comunidad viva y latente, que nos observa y nos valora con equidad y justicia, aunque así no lo parezca.
Sin ánimo de menospreciar estos mensajes, pienso que muchísimos de ellos provienen de personas que en vida, nunca expresaron alguna solidaridad con este buen hombre. Pienso además, que por el contrario, muchos de ellos, también mostraron apatía , o lo ignoraban cuando, en algún lugar de concurrencia, La Garza, se detenía por horas, nunca para pedir, sino en espera de un saludo, una expresión de afecto, una moneda o una acción de caridad, un gesto humano.
Tal vez esto sucede en todas las sociedades o comunidades, pero ya es tiempo de que trabajemos este tema para reducirlo a su mínima expresión, pues: “Todos somos iguales ante los ojos de Dios”
“Hoy por mí, mañana por ti”
«Haz bien y no mires a quién”
“Dar de sí, antes de pensar en sí».
Escribo esto por La Garza, pero, aplica para muchos difuntos de nuestro pasado reciente que tuvieron que pasar los últimos años de su vida muy enfermos, con muchas carencias e incomodidades y sufriendo el castigo de la apatía y la falta de solidaridad, muchas veces, hasta de sus más cercanos amigos, relacionados y familiares.
Me refiero no a personajes pintorescos nada más, sino a destacados trabajadores y profesionales, seres buenos, que entregaron el mayor y mejor tiempo de su vida a servirle a su comunidad. No pongo nombres, porque no me daría el tiempo y el espacio.
Es deplorable todo esto.
Seamos más humanos. Es necesario tener empatía, ser caritativo, tener compasión, ayudar, ser solidario, apreciar y apreciarnos. Dios todo lo ve y lo sabe. No tratemos a nuestros vivos, como muertos.
Por el amor de Dios, construyamos una sociedad o comunidad mejor, donde prevalezca la dignidad humana.
Descanso eterno para Ramón Antonio Álvarez (La Garza).
¡Paz a su alma!